Paloma Málaga Shaw (del Centro de Estudios del Museo del Prado) y José Ángel Usero (del departamento de Comunicación y Relaciones Institucionales de El Corte Inglés):
Paloma Málaga. Con el Barroco llega la ruptura de esas líneas clasicistas y ordenamiento que ha hecho el Renacimiento. El Barroco es movimiento, es teatralidad, es claroscuro. El Prado tiene una colección muy potente de ese periodo.
El Barroco en España es más contenido que en Italia por la austeridad de la Corona que es la que encarga la mayoría de las obras de arte. Es el tiempo que empieza con Felipe II.
La moda masculina era equivalente a la femenina, todos querían vestirse de lujo.
Margarita de Austria, esposa de Felipe III, se ve con faldas voluminosas. La golilla aumenta y se agregan encajes. Se refuerza la teatralidad. Llega la personalización con los logotipos en los trajes. Se ve en el cuadro de Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, de Velázquez, que va a caballo con una saya ricamente decorada con el anagrama de la I y la B.
José Ángel Usero. En el Barroco surge el traje a la española. Vestir de negro riguroso era la máxima elegancia. Así iban vestidos los poderosos con sus golillas que marcan
tendencia. El color negro salía del palo de campeche que venía del muevo mundo. El negro es la primera tendencia “Made in Spain”. Y el emblema de elegancia va a ser este. ¿Por qué? Porque teñir de negro una prenda era algo muy caro y difícil. Y España tenía el monopolio.
Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, es la primera influencer. A ella le gustaba la moda. Siempre iba ataviada. Ella da una nueva imagen de España, venía de Francia y su dama de compañía era italiana, la artista Sofonisba Anguissola.
Una de las cosas que cambia en la moda es cómo conviven los volúmenes. Las faldas voluminosas surgen en España, las caderas se exageran, aparecen las guardainfantes para no mostrar los embarazos. Para compensar los volúmenes de las caderas se crearon peinados grandes y los accesorios riquísimo.s
Las golillas son muestra de estatus. Cervantes, en El Quijote, las llamaba “peregrinas invenciones en el vestir”. La gente invertía fortunas en ellas.
Las meninas, de Velázquez (1656), es un editorial de moda. Incluso, las meninas que rodean a la infanta son un accesorio para demostrar que ella era la princesa, la heredera.
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