La juglaría ha vuelto con nombres como Eskarnia, Riki Blanco y María Rodés
La juglaría ha vuelto. La expansión de la palabra y la oralidad como el corazón de las diferentes expresiones artísticas empezó en la primera edición del Festival Palavra, de Inverfest. El arranque de este proyecto se hizo en la sala de Ámbito Cultural de la sala Callao, de El Corte Inglés, de Madrid. Fueron los días 2 y 3 de febrero de 2024, con la rapera Eskarnia, el ilustrador Riki Blanco, la cantante María Rodés, el poeta Gonzalo Escarpa y el periodista, crítico musical y director de Palavra, Bruno Galindo.
Tres encuentros en consonancia con el posicionamiento de algunas actividades de Ámbito Cultural, en especial del ciclo #LdeLírica, recordó Pita Sopena, subdirectora de Ámbito Cultural.
La voz de Eskarnia, hecha eco, abrió el Festival:
“Las palabras se entremezclan, dan vueltas, y vueltas, nunca, justas, certeras, inexactas, demasiadas. Las más de las veces ambiguas, estáticas. Si se acercan o se alejan. Y no me dejan contar lo que sé que es, aunque lo quiera olvidar”. Luego siguió a ritmo de rap con uno de sus temas.
Tras su actuación, Eskarnia, o mejor, Elena Casanueva, se unió a la mesa redonda Oralidad con Bruno Galindo y Gonzalo Escarpa.
Derroteros de la palabra
Galindo. “En los últimos años vivimos un boom de formatos orales, de lo hablado, con foco en la palabra y la puesta en escena. Hemos empezado a asistir a ver cómo los libros se convierten en voz viva, podcast en vivo, charlas, monólogos, comedias, conciertos y teatro que se suman a los recitales de poesía. Palavra viene a ser un contenedor de todos esos formatos y de otros que estén por llegar. Hay una vuelta a la oralidad, si es que alguna vez nos fuimos.
Escarpa. El nacimiento del lenguaje y de la poesía son idénticos. El lenguaje nos hace sentir parte de algo. Ahora hemos recuperado el placer de esa articulación.
Eskarnia. Me pregunto si ahora hay más oralidad que antes. En el mundo clásico se memorizaban los poemas, ahora las canciones. ¿Ahora que estamos con tantos teléfonos móviles y delante de pantallas, estaremos más tiempo callados y, a lo mejor, no tenemos necesidad de escuchar? Yo lo intento. Estamos con la necesidad de que nos cuenten cosas y de escuchar. Eso tiene algo en contra: la desinformación. En esto, la poesía no es desinformación, la poesía está cargada de ese halo de virginidad, de esa calidad de la palabra y tú se la vas a dar. Lo bonito que tiene la poesía es la capacidad que tiene de transformar la palabra.
Galindo. ¿En un mundo cada vez más híbrido tiene sentido que sigamos hablando de poesía o narración dejando fuera otros lenguajes? ¿No vamos hacia un texto global sin barreras?
Escarpa. No tiene sentido diferenciar géneros ni barreras entre las artes. Hay que entender la palabra como algo abierto.
Eskarnia. La poesía para mí es todo.
Escarpa. Estamos volviendo a la juglaría. Por desgracia, algunos aún creen en un mundo con una alta y baja cultura. Que la alta cultura es la escrita y la baja es la oral y popular. Eso es mentira. Hemos mezclado todas las culturas. La poesía adolece de que, durante un tiempo, pensamos que no podía ser irreverente. La irreverencia del rap está salvando la poesía. Y son los juglares los que están haciendo que el público perciba que la irreverencia es alta cultura.
Riki Blanco y María Rodés
Al día siguiente, sábado 3 de febrero, Ámbito Cultural acogió las charlas con el dibujando Riki Blanco y la actuación de María Rodés. Hablaron de los entresijos de sus expresiones y el papel que juega la palabra y, sobre todo, el que ellos le dan. Blanco, de manera visual, con todas las sugerencias posibles, inteligencia y humor para extender la palabra oral y visual hasta sus límites, y Rodés con todas la oralidades y sus matices, que cuentan las historias de las que están hechas. Palabas que crean palabras para crear mundos de palabras.
Por ejemplo, la discografía de María Rodés empezó en 2009 con la idea ya de cantar y contar, alternar el relato de donde nace la canción que a continuación interpreta con su guitarra. Abrió su actuación con su álbum de versiones de coplas:
“Quería hacer un homenaje a la mujer, a las actrices que me habían inspirado de pequeña, Audrey Hepburn y Doris Day. Y, de pronto, me dije: ¿Y por qué no hago lo mismo con canciones españolas? Investigué y di con canciones que nunca había escuchado demasiado, pero que me conmovieron. Decidí reivindicar lo propio. Escuché con atención Ay, pena, penita, pena, y me robó el corazón”.
María Rodés rasga su guitarra lentamente y canta un dolor sereno:
Si en el firmamento
Poder yo tuviera
Esta noche negra
Lo mismo que un pozo
Con un cuchillito
De Lula lunera…
Recordó que cuando sacó el álbum no estaba de moda lo folclórico y el disco fue una forma de cerrar una etapa de posadolescencia:
“De quitar drama. De aligerar y dar un toque menos dramático a lo dramático”.
Luego contó su acercamiento al cuplé y cómo llegó a cantar de Sara Montiel Agua que no has de beber, déjala correr. En su carrera empezó cantando en inglés, pero tras la experiencia de la copla, el folclore y la música popular impregnaron su interés.
Interpretó un par de canciones con sus historias, hasta que llegó uno de los momentos más emotivos de la presentación:
“Mi tío bisabuelo Luis Rodés era astrónomo del Observatorio del Ebro, durante la Guerra Civil. Descubrió un cráter en la Luna al que le pusieron su nombre: Cráter Rodés. Cuando mi padre me lo contó yo tenía unos diez años y lo conté en la escuela. Su historia me impresionó. Un día llegó a mis manos su diario, que escribió durante la Guerra. Lo leí y quise hacer un disco inspirado en él. Un pasaje dice así:
‘5 de abril de 1937. A las 3.40 me despierta el zumbido de los aviones. Me levanto. Me asomo a la ventana. Luna meguante al Este, al lado de Júpiter, Antares en Escorpión. Todavía es de noche. No consigo ver ningún aeroplano, pero por el enorme rugido del motor se le sigue la pista. (…) Una enorme columna de fuego. Resplandor. Nuevo paso del aeroplano y multitud de bombas de extraordinaria violencia en varios puntos. La columna de fuego queda extinguida en diez minutos. Más incursiones. Más bombas incendiarias. Minutos de silencio y, otra vez, el fatídico tronar de los motores amenazando ruina y muerte. Del fondo de mi alma pugna por salir la expresión: ¡Bárbaros!’
Estuvo escribiendo durante toda la Guerra. Algunas canciones son literalmente fragmentos del diario. Él no llegó a vivir el después de la Guerra porque murió justo cuando terminó, en el 39. Hice una canción para el momento justo después de la Guerra cuando toca reconstruir, cuando toca volver a empezar. Se llama Luna no hay, suena la guitarra, y Marta Rodés cuenta y canta:
Salgo a pasear
En la oscuridad
Miro a las estrellas
Y solo veo un par
Luna no hay.
Y sin avisar pasa un vendaval.
Deja un eco viejo
Que no quiero escuchar
Luna no hay
Después de la Guerra
Alguien tiene que limpiar
Para que puedan pasar
Todos esos cuerpos
Que no despertarán.
Y reconstruir
La desilusión
Tantos sueños rotos
Que no culminarán
Luna no hay.
Y entre las cenizas y astillas de cristal
Alguien tendrá
Que mirar
Por si entre las ruinas
Asoma una señal
De posteridad
Luna no hay
Donde irá
Luna no hay.
Ya volverá
Dónde ira?