“Quien lee poesía y los lectores son al libro y al poeta lo que el beso a la bella durmiente”: Cobos Wilkins
Al niño Juan Cobos Wilkins le metían goles, cuando jugaba al fútbol en un bosquecillo de eucaliptos, porque el viento levantaba las hojas de los eucaliptos mostrando su lado plateado y él quedaba embelesado al verlas, como si fueran bancos de peces en el aire.
Con imágenes como estas ha vivido y vive este poeta y narrador español y son origen de sus escritos tan vívidos y emocionales. Cobos Wilkins (Minas de Ríotinto, Huelva, 1957) pobló de metáforas, risas, anécdotas, poemas y gracia su encuentro con sus lectores en el Ciclo #LdeLírica, el lunes 4 de abril de 2022, en nuestra sala de Callao, Madrid.
La charla y recital del poeta fue bajo el título El mundo se derrumba y tú escribes poemas, como su poemario de 2016. Aunque Gonzalo Escarpa, coordinador del ciclo y anfitrión de la tarde, lo subtítulo Cinco piropos para Cobos Wilkins. Con uno de ellos describió al autor: “Construyes imágenes poéticas como nadie, con un conocimiento amplio de la tradición, pero, además, siempre en la vanguardia. Por eso, todavía, leemos a Juan Cobos Wilkins”.
Y acto seguido le preguntó ¿Qué es la imagen poética? Cobos Wilkins empezó a contar cómo su vida personal está entrelazada con la poética desde antes de tener conciencia de su talento. El relato de su vida es un rosario de imágenes en movimiento.
“Me quedaba detenido bajo la portería porque veía la estela que dejaban en el cielo los aviones al atardecer. Yo no había subido a los 7 o a los 8 años a un avión, y pensaba cómo se vería el mundo desde allí arriba. Y me prometía que si, algún día, me montaba en un avión al atardecer, que ya lo he hecho varias veces, saludaría desde allí por si había algún niño abajo en la tierra pensando lo que pensaba yo.
Creo que de ahí surge la imagen poética; la mayor o menor capacidad para esas imágenes”.
Luego llegó el segundo piropo de Gonzalo Escarpa: “Entre el fondo y la forma escoges ambas”. A lo que Cobos Wilkins no dudó en contestar:
“Si yo tuviera que reunir mi poesía la reuniría bajo el título Pasión y Armonía. Es lo que me parece esencial y anhelo escribir. Me he sentido como un funambulista con vértigo que camina sin red por el cable y con la pértiga que en un extremo lleva la pasión y en el otro la armonía. O si la quieres pensar en fondo y forma. Sería el abrazo de los amantes en el lecho cuando están confusos de sus límites, de esos cuerpos en fusión y en confusión. Esos cuerpos son la unión de fondo y forma”.
Tercer piropo: “Como poeta construye nuevas realidades y ayudas a verlas. ¿Qué sentido tiene el sentido en la poesía, la vedad?
“La poesía que nos revela y nos rebela ya tiene sentido, es necesaria. No le buscaría ni el por qué ni el para qué”.
En otro piropo no podía faltar el que está a la vista: “Tienes los mejores títulos de poesía de Europa”. Y Escarpa menciona algunos:
Espejo de príncipes rebeldes.
Llama de clausura.
Donde los ángeles se suicidan.
Escrito en Irene (prosa).
La soledad del azar.
Último tren a la luna.
Y el quinto piropo: “Tú poesía no solo te invita a leer más, sino que te conecta con más autores y te invita a escribir”.
Juan Cobos Wilkins abrió su recital con el siguiente poema:
Jamás imaginé
que en mitad del camino de la vida
estaría tan solo
Y con tantos fantasmas
En el frío turquesa
que recorre los pasillos sin nadie de la casa
Es tuya, te decías.
Aún deshabitada es tuya
y soy su muerto…
Uno de los momentos más emotivos fue cuando Cobos Wilkins leyó su poema Mater con un sentimiento que traspaso a todos:
Ya sé que no te acuerdas madre.
No te acuerdas.
Bajo el cabello blanco
Una goma de borrar
No como aquellas de la infancia (…)
Estoy aquí para ser tu memoria,
La mano que conduce
tu índice por la línea del mapa,
que es un río
o el rastro que deja el hada campanilla.
Estoy para ser la linterna
que sin miedo se adentra
En saqueadas galerías oscuras
Y su haz no se agota
porque es luz sin olvido
Porque es luz de luciérnaga
Estoy para decir, por ejemplo:
Matar a un ruiseñor es tu película favorita.
Y habla de honestidad, de dignidad, de resistencia.
O vi también tus lágrimas cuando en Los puentes de Madison
La Streep roza temblando el pomo de la puerta,
Mas no la abre
No la abre
Y no baja del coche. No baja
No se atreve a la felicidad.
Y llueve en el limpia parabrisas.
Y llueve en el semáforo. (…)
Esta es tu voz.
Escucha como atrae las olas
Y ahuyenta la tristeza.
Cómo, a pesar de tanto,
Aparta de mí la soledad. (…)
Y tú conoces poemas
De Rubén y de Bécquer,
De Machado, de Lorca.
Y me emocionas, madre.
Me derrumbas,
Cuando, de pronto,
como un relámpago de alas en la noche,
Recitas lejanos versos míos,
Torpes, de adolescente confundido,
Versos que, tan cabrona la vida,
Hoy, misteriosamente, cumplen el más alto destino:
Sirven para escuchar tu risa.
Para que un hijo
Ría junto a su madre.
Para sanar.
Para vivir.
Aplausos en silencio. Más poemas, incluso alguno de su próximo poemario. Y, finalmente, el cuestionario de siete preguntas de Gonzalo Escarpa. En sus respuestas queda una idea con la que Juan Cobos Wilkins abrió el encuentro: “Quien lee poesía y los lectores y lectoras son al libro y al poeta lo que el beso a la bella durmiente. Nos despiertan. Nos despertamos mutuamente”.