Más de 30 poetas celebraron el Día Mundial de la Poesía en el Museo del Prado
Las palabras son espectros
piedras abracadabras
que saltan los sellos
de la memoria antigua…
Con la lectura de estos versos de Cristina Peri Rossi, en la Sala de las Musas del Museo del Prado, dio comienzo, este 21 de marzo de 2023, la celebración del Día Mundial de la Poesía. La voz serena de Emilio Gutiérrez Caba sonó delante de las ocho musas de mármol descubiertas en el siglo XVI en Villa Adriana, en Tívoli.
“Esto de reunir la palabra, la pintura, la escultura es reivindicar que las artes son todas y es una, y todas”, dijo el actor español, antes de comenzar este homenaje organizado por Ámbito Cultural de El Corte Inglés, junto a La Piscifactoría Laboratorio de Creación, dirigida por el poeta Gonzalo Escapa.
Tras el poema de la escritora uruguaya y Premio Miguel de Cervantes 2021 Cristina Peri Rossi, Gutiérrez Caba leyó un poema de Ida Vitale:
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.
De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.
De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?
Luego, el actor recordó del Siglo de Oro un poema de Lope de Vega:
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno...
Después, Gutiérrez Caba retornó a la poesía española del siglo XX con poemas de José Agustín Goytisolo:
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable…
De Pedro Salinas:
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!...
De Dámaso Alonso:
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años
que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna…
Emilio Gutiérrez Caba cerró el comienzo de esta fiesta poética con El último amor, de Vicente Aleixandre, que empieza:
Amor mío, amor mío.
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de salir. Acabamos de oír cerrarse la
puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz se queja en la garganta…
Tras estas lecturas de grandes poetas vivos y clásicos delante de las musas, el recital peregrinó, con más de treinta poetas de todas las edades, por una decena de salas del Museo del Prado. Desde las 12:30 hasta las 18:30 h, se vivió el encuentro de los versos contemporáneos con la belleza clásica de algunas de las pinturas y esculturas más hermosas.
Delante de La familia de Carlos IV, de Goya, la poeta gaditana Ana Rossetti recitó su poema Lengua materna:
Recuérdame que aquello era poesía: el vaivén de la cuna y
mi madre arrullando. Los romances que entonaban mis
abuelas con sus voces monótonas. Las retahílas para jugar
al corro o saltar a la comba que nos acompasaba movi-
mientos y sílabas. Lo que al hacer sus faenas cantaban en
mi casa las mujeres con toda esa poesía que cabía en un
verso de copla. (…)
Recuérdamelo, para que nunca olvide el poema materno
del idioma.
Para que nunca me olvide de mi vida.
Para que nunca, nunca, me olvide de mí.
Frente a Las Meninas, de Velázquez, Lara López leyó un poema escrito especialmente para la ocasión:
Aquí la falta la ventana, a la derecha.
Aquella luz del Alcázar. Quizá
hubieras querido quedarte en su salón de verano,
aunque el Prado te gusta, como a mí, también los lunes.
Te miro en esta sala 12 y me siento aquella niña
en un cerro de Arica emulando a Velázquez.
El corazón, o lo que sea que duele
cuando recuerdas, parece encogerse menos los lunes.
El tiempo, siempre el tiempo, Margarita.
Mar-ga-ri-ta…
En esa misma sala, un par de horas antes, Gonzalo Escarpa había hecho el preámbulo de esta fiesta poética con uno de sus poemas:
Es admirable la belleza es algo
que ya sabemos toso pero es que
quiero decirlo y repetirlo a todas
horas es la belleza incomparable
la belleza del círculo del parque
la de la estampa y el cuadro esa
belleza interminable miento un día
lo que era bello se convierte en grito
(…)
la belleza inútil desaprovechada
que le rodea es suya caballero
es suya caballero no lo olvide
usted haga con ella lo que quiera
yo de momento le repito quiero
decirlo y repetirlo a todas horas
es admirable la belleza es algo
que no puede caber en un poema
Después, en la sala de al lado, delante del El cristo de Velázquez, Javier Arnaldo, director del Centro de Estudios del Museo del Prado, había hablado del poema de Miguel de Unamuno inspirado en esa obra maestra que en uno de sus apartados dice:
Blanco estás como el cielo en el naciente
blanco está al alba antes que el sol apunte
del limbo de la tierra de la noche:
que albor de aurora diste a nuestra vida
vuelta alborada de la muerte, porche
del día eterno; blanco cual la nube
que en columna guiaba por el yermo
al pueblo del Señor mientras el día
duraba. Cual la nieve de las cumbres…
En esta fiesta poética participaron Ana Rossetti, Diego Mattarucco, Celia Bsoul, Antonio Rómar, Juanlu Mora, Antonia Castaño, Juan Portillo, Ignacio Vleming, Ania Otaola, Mariano Peyrou, Lara López, Amalia Bautista, Isla Correyero, Raquel Vázquez, Antonio Hernández Fimia, Mila Valcárcel, Pepe Viyuela, los ganadores del Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica: Miguel Sánchez Santamaría y Marta Vicente Antolín, y Gonzalo Escarpa, coordinador del ciclo #LdeLírica.