Los secretos del hechizo de ‘Carmina Burana’, de Carl Orff, que cumple 85 años
Desde la explosión de la primera nota musical, seguida por un multitudinario y profundo coro enigmático, Carmina Burana es una de las composiciones clásicas más populares y reconocibles del siglo XX. Carl Orff la estrenó hace 85 años en la Ópera de Fráncfort, el 8 de junio de 1937, y, de paso, arrojó luz sobre los textos goliardos de los siglos XII y XIII en que se inspira. Es una pieza que despierta un torrente de emociones de toda estirpe, tan potente y pegadiza que ha eclipsado el resto de la obra del compositor alemán de quien se conmemora este 2022 el cuarenta aniversario de su muerte, 29 de marzo de 1982.
El origen de todo esto estaría en la infancia de Carl Orff, un compositor cuyas obras suelen estar inspiradas en textos literarios. Desde niño concibió la música como una representación escénica que cautivara a su público. Adaptaba piezas para títeres y las representaba ante su familia. Aunque estudió piano, siempre se inclinó más por la composición. Sus biógrafos han recordado que sus primeras influencias están en Richard Strauss, luego llegó la poesía alemana, vivió la Primera Guerra Mundial donde fue herido, volvió a Múnich a continuar sus estudios musicales, y, para entonces, Ígor Stravinsky y su vanguardista La consagración de la primavera ya era una influencia universal que cambiaría la música.
En 1934, Orff lee una de las ediciones de Carmina Burana que empezó a editarse en 1847. El origen de la obra data de 1250, aproximadamente, cuando estos cantos fueron agrupados en un códex en la abadía benedictina de Bura, Alemania. Allí fueron encontrados en 1803 por el barón Johann Christoph von Aretin, y en 1847 un bibliotecario decidió editarlos.
Carmina Burana es una especie de one-hit wonder para Carl Orff, cuya creación musical es mucho más. ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Qué tiene el Carmina Burana para gustar tanto a la gente? ¿Cómo es que lo divino y lo pagano conviven con tal armonía en esa música?
El poeta Luis Alberto de Cuenca, traductor al español de algunos de esos poemas goliardos, no duda en afirmar que Carl Orff “es uno de los grandes compositores musicales del siglo XX. Un personaje absolutamente original, lo que hace él no lo hace nadie más que él”. Recomienda que, más allá del éxito de Carmina Burana y de Catuli Carmina, hay que investigar más en la obra de Orff “y escucharla porque vale la pena”.
La penetración de esta pieza en el gusto popular “es consecuencia de su poder de sugestión lúdica”, explica Rafael Argullol. El narrador, poeta, ensayista y profesor de Estética, añade que “es un ejemplo muy señalado de interpretación moderna de un tema tradicional en el que se conserva el espíritu original”. Argullol resalta que Orff “supo trasladar a nuestra época la impronta dionisíaca. Se podría decir, por tanto, que Carmina Burana es música dionisíaca, como por ejemplo también lo es La consagración de la primavera de Stravinsky o el Bolero de Ravel. Música que apela a la primacía del instinto…”.
Los motivos por los cuales “enloquece a la gente”, según Luis Alberto de Cuenca, son “porque es muy pegadiza la melodía, la música es formidable, evoca todo ese medievo de los goliardos, verdaderamente, geniales que Orff rescata del anonimato y los torna como materia musical de una manera extraordinaria”.
Pero ¿cómo lo logra? Las claves musicales las da el maestro Ramón Rorrelledó, compositor, director de orquesta y coordinador del ciclo Los clásicos dan la nota, de Ámbito Cultural: “Cármina Burana es una obra insigne y relevante por sus valores compositivos musicales, méritos que abarcan aspectos textuales, arquitectónicos y musicales de la obra. Valores de contrastes, rítmicos, de recitación, de melodías resplandecientes aparentemente espontáneas sabiamente gestionadas, contextualizadas entre modos eclesiales propios del canto monódico religioso medieval, y textos goliardos medievales escritos en latín ordinario, latín entretejido provenzal y alemán”.
Torrelledó va más allá y destaca que “por encima de los méritos, esta genialidad profana de Orff, con el fin de intentar mostrarnos el ‘Theatrum mundi’ en el que la ruleta de la fortuna marca el pulso de la vida, se encuentra rubricada con una obstinación rítmica implacable, inteligente y sensible, un ritmo salvaje tratado contrastadamente entre sutilezas primaverales y danzas coloristas y orgiásticas conduciendo e inspirando a un coro multitudinario y variado explayándose con sus recitados musicados en forma de cantata o ballet, porque para Carl Orff en Cármina Burana, como en el Gran Teatro del Mundo, la trilogía música, movimiento y habla forman la unidad de la vida”.
Carmina Burana es la primera parte de la trilogía Trionfi que completan Catuli Carmina y Trionfo de Afrodite. Carl Orff eligió 24 textos de los más de trescientos que tiene el Codex original. Con ellos creó una pieza musical y escénica que consta de cinco partes: Introducción con Fortuna Imperatrix Mundi, A la primavera, En la taberna, Cortejo de amor y Final con Blanziflor y Helena.
Ante el éxito arrollador de la obra, Torrelledó recuerda una respuesta que dio Carl Orff a la pregunta de su editor de Schott Music: “¿Podría deshacerse de todo lo que he escrito hasta ahora y que, lamentablemente, ha publicado usted? ¡Con la Cármina Burana comienza el catálogo de mis obras!”.
A la difusión de la obra ha contribuido mucho la cultura popular al incluirse en películas como Excálibur, El exorcista, Asesinos natos, La caza del Octubre rojo, La hija del general y Tiempos de gloria. En el campo de la música contemporánea grandes estrellas como Michael Jackson, The Doors y Nana Mouskouri han incluido en sus producciones, fragmentos, sobre todo sus dos grandes pórticos, el inicial y el final, protagonizados por el coro de la Fortuna.
Hace 85 años que aquellos textos medievales ampliaron su presencia en la cultura al hacerse música en un Carmina Burana que Ramón Torrelledó califica como “de referencia, singular y genial”.
- Orff. Carmina Burana. London Philharmonic Orchestra.