“La poesía crea vasos comunicantes con la soledad de cada uno”: Gioconda Belli

DICCIONARIO DE... La poeta y novelista nicaragüense que celebra los 50 años de su primer poemario. Exiliada en Madrid, por amenazas del gobierno de Daniel Ortega, desvela claves de su oficio
La escritora nicaragüense Gioconda Belli. /Foto de Daniel Mordzinski
Ámbito Cultural  13/10/2022

¿Qué va a pasar con el mundo en estos tiempos tan locos? “Va a venir otro loco sano que nos va a sacar de este atolladero. Eso espero”. Esa es Gioconda Belli, la poeta nicaragüense exiliada en Madrid, desde 2021, tras las amenazas del gobierno de Daniel Ortega quien no admite críticas ni oposición alguna.

Hace cincuenta años, en 1972, Gioconda Belli (Managua, 1948) publicó su primer
poemario: Sobre la grama, versos de seducción, erotismo, realidad, gozo, cuerpo,
mujer, un libro rupturista, que escandalizó a algunos e iluminó a otros. Desde entonces, medio siglo de poesía, lucha armada en el frente sandinista, más poesía, novelas, más poesías, desencanto al ver que todo aquello contra lo que luchó lo ostenta hoy la persona que ayudó a poner en el poder.

Gioconda Belli es la primera invitada de la temporada en #LdeLírica, coordinado por Gonzalo Escarpa, en esta programación que celebra los 25 años de Ámbito Cultural. Hora y media de conversación que deja este diccionario Belli para conocer mejor su mundo:

Atreverse. Es importantísimo en la vida. Uno se controla mucho porque somos miedosos. Muy joven aprendí eso. Me vi forzada a atreverme. Empecé con una poesía erótica, sensual, de la manera más natural, sin pensar en escandalizar. Me di cuenta que tenía dos opciones: o me domesticaba o me resignaba a la mediocridad. Un amigo me dijo: nunca vas a quedar bien con todo el mundo. Atrévete. Y dije: ¡Me atrevo! A veces es muy difícil romper el miedo de todo lo que hacemos, pero uno de los pilares más grandes de mi vida ha sido perder el miedo.

Cortázar, Julio. Era como un angelote. No te hablaba de cosas complicadas. Me contó que el mayor logro de su vida literaria fue que un muchacho le dijo que al leer su libro decidió no suicidarse. Desde que leí Rayuela mi sueño era caminar por París con Julio Cortázar. Se lo dije y fuimos a caminar mientras me contaba un poquito cómo había escrito Rayuela y cómo se le fue viniendo a la cabeza.

Escribir. Escribo para no explotar.

D_OU8nIaD4w

 

Feminismo. Ser mujer es un poder tremendo que no ejercemos. El feminismo tiene dos partes: recuperar la importancia de ser mujer, el valor de ser mujer, el cuerpo que nos han negado, de alguna manera; por otro lado, sigue la violencia contra las mujeres, la maternidad sigue siendo una responsabilidad exclusiva de las mujeres y un hijo es de dos.

Hispanidad. Es contradictorio. Pablo Neruda decía que los conquistadores avasallaron, pero dejaron joyas regadas, el idioma español. Tengo poemas sobre el dolor de la Conquista. Todos los procesos de colonización han sido muy crueles. No se puede hablar de una colonización benéfica. Es una herida profunda.

Madres y padres literarios. Virginia Woolf es mi ídolo. Ve cómo relegaron a la mujer, además de una forma de escribir extraordinaria. Otros autores son William Faulkner, Charles Dickens, la literatura del boom, es decir Carlos Fuentes, Cortázar, García Márquez, José Donoso. Y algunos que no fueron tan populares.

Maternizar. Es cuidar. Las mujeres tenemos biológicamente el impulso del cuido y eso nos lleva a tener una relación más amable con los demás y con el mundo. El cuido nos urge en este mundo. En un libro mío la ciudadanía se convierte en cuidadanía. La sociedad ha abandonado las labores de cuido.

Narrativa. Un día dije: tengo que escribir más que poesía porque tengo un mundo dentro de mí que no soy yo. Decidí que ese mundo que no era yo y que había tenido el privilegio de vivir esa experiencia colectiva de la revolución nicaragüense la tenía que juntar porque la poesía no era el medio indicado para esto. De repente, empecé a hacer un ejercicio de descripción, ahí empezó mi novela La mujer habitada. Escribir novela me fascina. Con la novela me siento empleada. Con la poesía desempleada porque viene y va cuando le da la gana. Con la novela hay un ejercicio fijo.

Poesía. La poesía me pasa. La poesía me sucede. Yo no la convoco, no la invoco, no me siento a escribir poesía. Hay una sensación física en mí cuando voy a escribir poesía. Yo no tomo notas. Simplemente recibo como un dictado cósmico, la primera línea del poema. Imagino que hay todo un proceso de acumulación de experiencia y aparece, entonces tengo que escribirla en ese momento. He perdido muchísimos poemas porque no estaba en el momento indicado. Mi poesía es muy autobiográfica.

Predecible. Tengo un problema con lo predecible. Después de la pandemia me dije: lo que va a pasar ya me lo sé. Y, de repente, tengo que salir corriendo de Nicaragua a exiliarme en Madrid. Una broma que me hace la vida, como diciendo: a ti que no te gusta lo predecible toma este regalo.

Ser humano. La esencia del ser humano es estar enfrente de la vida y tener que decidir cómo la interpreta. La vida es misteriosa, cruel, también te da niveles de euforia.

Soledad. El dolor más grande que tenemos los seres humanos es que, al final de
cuentas, estamos solos: nacemos solos, nos morimos solos. Y nadie puede entrar en esa soledad. La poesía tiene esa posibilidad de crear esos vasos comunicantes.

Tristeza. Está demasiado prestigiada en la literatura. Yo no puedo escribir cuando estoy triste.