“La música me salvó la vida”: Zahara
Zahara, con 12 años, en 1995, una tarde no hizo los deberes escolares y compuso una canción que interpretó a sus padres cuando estos llegaron a casa. Al ver su reacción, supo del poder de la música en los otros y como arte de redención personal. Seis años después grabó su primer álbum de estudio, Hecho en casa, y ya van siete. Canciones autobiográficas, de denuncia, reivindicativas e in crescendo en el despojamiento de prejuicios de sus letras alrededor de sentimientos como la culpa, señalar los abusos de los que ha sido víctima y contar lo que se siente en el amor y el desamor. El clímax de todo esto es el álbum Puta, de 2021, con gran acogida de crítica y público, no falto de polémica extramusical por parte de determinados partidos debido al título y a la foto del álbum que la muestra a ella en una imagen evocadora de la virgen.
Zahara (Úbeda, España, 1983) es compositora, cantante, escritora y actriz que tiene un proyecto paralelo con Juno, con Martí Perarnau. La artista evocó su historia, desde la infancia, en el ciclo Así nacen las canciones del mes de junio, de Ámbito Cultural, bajo la coordinación de Fernando Neira. Casi dos horas de encuentro con el público donde contó sus experiencias e interpretó varios de sus éxitos. Una aproximación a su vida personal y artística se aprecia en el siguiente diccionario extraído de su charla (Puedes ver el vídeo completo con Zahara en este enlace):
12 años. Los 12 años fue una edad clave para mí. Fue la edad en que abusaron de mí, en que en el colegio me hacía bullying; la edad en que empiezo a tener pensamientos suicidas. En ese momento, no quería ir al colegio, no quería salir de mi casa, odiaba el conservatorio porque no era buena guitarrista. Había una parte de la música que no disfrutaba. Y a esa edad toqué la primera canción a mis padres.
Contención. Hablo de un muro de mierda gigante, luego canto ‘Las bragas en el baño / jodiéndole la vida a un extraño / me llamaba puta’. Es como ‘A tomar por culo todo’. Ya me he reprimido muchísimo, no puedo más. En realidad, es eso: Contención, contención, contención… ¿Y qué pasa con la contención?: ¡NO os contengáis!, porque no sale bien.
Dios. Cuando yo le rezaba a Dios para que me dejase de pasar esto, y Dios no hacía nada, mi única explicación era que yo me lo merecía. No había nadie en mi entorno que me pudiera negar eso. Todo lo contrario, estaba como a favor de eso. Es una culpa que arrastras cuando tienes 8, 9, 10, 20 o 30 años, y que siempre va ahí, no te la quitas nunca.
Felicidad. Mi felicidad es algo contagioso. Soy muy expansiva. Para bien o para mal, la emoción que lleve la expando.
Gestión. Desde hace dos años gestiono mejor mi tiempo. Dedico más horas a estudiar y a crear, a no dispersarme.
Música. La música me salvó la vida. A los 12 años toqué la primera canción a mis padres, quedaron en shock. Y dije: “¡Cuidado!, esto es ultrapoderoso”. "Ahora mismo estoy pegando botes en las nubes". Yo que quería desaparecer, de repente, estaba brillando. Esa sensación fue determinante para todo, para estar viva. A veces digo que la música, literalmente, me salvó la vida, porque si no llega a ser por ese primer momento de explosión de extrema felicidad, y de mezcla de emociones de todo tipo, no habría querido seguir con vida. Aquí encontré un camino en paralelo. Sabía que tenía que ir al colegio, seguir aguantando las cosas que no soportaba, pero, a cambio, tenía ese momento en el que me encerraba en el cuarto y escribía las letras sobre la guitarra.
Ofenderse. Todo lo que pasó el verano pasado con la portada de Puta fue muy fuerte. Oféndete por que a las mujeres nos llaman putas; oféndete por que nos exigen ser puñeteramente perfectas; oféndete porque no valemos nada si engordamos, si envejecemos, si nos salen manchas; oféndete por la heteronorma. Oféndete por que han intentado violarme, porque abusaron de mí, porque me maltrataron. Oféndete por todo eso.
Prejuicios. Ha sido un proceso incorporar palabras como follar o puta. La primera vez que digo follar es en Santa, aquí ya estaba más suelta. Tengo esa canción Inmaculada decepción que dice el estribillo: ‘Lleno de gracia y dolor sea tu cuerpo / Santificado será entre los muertos / No era pecado follar sin conocernos / Era un milagro y nunca querrán reconocerlo’. Al principio decía follar con la boca pequeña, ahora en los conciertos se me llena la boca. Me moría de vergüenza. Había una necesidad de decir cosas tan reprimidas, llenas de metáforas que estoy gritando todo lo que pasa en Puta.
Puta. Es hora de recoger lo que ha pasado con el disco Puta. Ha sido liberador lo que he hecho. Mi satisfacción viene de haber sabido expulsar de mí algunos demonios que me atormentaban.
Religión. Las imágenes religiosas van más allá de la religión. El arte basado en el imaginario religioso está en otro sitio. Coger imágenes, representaciones artísticas de unas ideas religiosas y utilizarlas para crear otras cosas es lo lógico, porque no estás usando en sí misma la religión. En mi libro cuento mi experiencia con la religión y cómo me afecta personalmente. No estoy diciendo los curas y la iglesia son malos. Pero a mí la religión me jodió la vida. Yo hablo de la religión que he vivido yo. No hago una crítica de la religión. Estoy contando mi experiencia. No voy a blanquear la imagen de nadie, ni de una entidad.
Portada del disco 'Puta', de Zahara.