La guerra de Ucrania y el espionaje contados en primera persona

V EDICIÓN HOTEL FLORIDA Nueve periodistas y escritores participaron en las sesiones sobre la nueva realidad de la geopolítica, organizadas por Ámbito Cultural, de El Corte Inglés
De izquierda a derecha: Óscar Mijallo (TVE), María Senovilla (freelance en El Español, y otros), Marc Marginedas (El Periódico), Luis de Vega (El Pais) y en pantalla María Eulate (Radio Nacional de España). /Foto de Ámbito Cultural
DIANA M. HORTA  27/01/2023

La guerra de Ucrania y Rusia no solo se libra en el campo de batalla, sino también en el del relato por parte de los dos gobiernos y en la cobertura de los medios de comunicación, donde las tecnologías emergentes y la inteligencia internacional juegan un papel clave.

Estos fueron algunos de los temas analizados por nueve expertos, escritores y periodistas en la V edición de Hotel Florida, durante las mesas redondas Ucrania, Putin y la prensa. Enviados especiales y Espías en la niebla. Un ciclo con el cual Ámbito Cultural de El Corte Inglés celebra los vínculos entre el periodismo y la literatura.

Esta guerra, resumió Marc Marginedas, periodista de El Periódico, ex corresponsal en Moscú, se debe a que “Putin siempre ha tenido claro este objetivo de tener U crania desde 2008. El régimen ruso derivó en un régimen disfuncional. Putin perdió el contactode la realidad de Ucrania que ya había desconectado emocionalmente de los rusos. Rusia ha asumido que es un conflicto existencial y le va la vida en ello”. Aunque, aseguró, que en ese país ya hay dos bandos. Para Luis de Vega, fotoperiodista de El País, “claramente hay un agresor (Rusia) y un agredido (Ucrania)”.

 

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Óscar Mijallo, periodista de RTVE como reportero de varios conflictos internacionales, incluido el de Ucrania, afirmó que, si bien los ucranios no son todo lo transparentes que se quisiera, hay una enorme diferencia con la opacidad de los rusos Mar Marginedas recordó que “Putin emerge de un país formado de mafia con criterios de crimen organizado, y estuvo en el KGB”.

“Ucrania tiene un nivel de corrupción altísimo, pero al menos los medios del país son libres para denunciarla”, aseguró María Senovilla, periodista freelance, colaboradora de medios como El Español y fotos aparecidas en medios como The New York Times. Explicó que los ceses recientes de Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, “son una maniobra del gobierno para lavar la cara por esas denuncias y otras”.

Sobre el debate de que los medios informan poco de lo que sucede en el lado ruso, Óscar Mijallo dejó claro que “en guerras como esta las fronteras no son permeables para los periodistas. Si empiezas en un lado te quedas ahí porque luego te señalan y te la juegas si intentas cubrir desde el otro lado. La gran mayoría de periodistas cubren desde el lado ucranio, los pocos que hay del lado ruso están empotrados con los militares. En un lado nos dejan estar, en el otro no”.

Rusia, antes de la guerra, recordó María Senovilla, empezó con Rusia Today, en América Latina, una especie de “evangelización” sobre lo que iba a hacer en Ucrania. Por eso, añadió, cuando empezó la guerra, e incluso hoy, muchos han “entendido” las razones rusas sin tener toda la información completa. Los invitados coincidieron en que mucha gente se informa por las redes sociales sin saber si es una información rigurosa o campañas informativas.

Contar esta guerra no es fácil, y a la vez tiene unas ventajas desde el punto de vista informativo, coincidieron los invitados. “Esta guerra es una guerra inusual. Una de las cosas que la hacen diferente son las facilidades del uso de internet, tienes cobertura en todas partes y sirve tanto a los periodistas como a la gente, a los soldados y a los diferentes gobiernos”, explicó Óscar Mijallo.

La radio permite abordar otros ámbitos, según María Eulate, responsable del programa de RNE Cinco continentes, que está informando desde Ucrania. Recalca que una guerra tiene muchos grises: “Hay que contar lo que sucede en el frente, a la población civil, en la retaguardia, en los despachos y sobre los tejemanejes políticos”. Explicó que lo ruso y lo ucranio está muy mezclado y enfrenta a la población: “No es solo la visión occidental. Rusia ha hecho crecer el nacionalismo en Ucrania”.

 

Espías, la historia sin fin

 

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Agencias de inteligencia y espías que se pensaba que habían casi acabado con el fin de la Guerra fría. Pero la realidad es otra, no solo en la guerra sino en los despachos y gobiernos. El escándalo Pegasus, que estalló en la primavera de 2022, que espió a través de 50.000 teléfonos de todo el mundo a presidentes como Emmanuel Macron, de Francia, y gobiernos como el español, políticos y empresarios de todo el mundo.

Con este tema empezó la tercera jornada de Hotel Florida: Espías en la niebla. “El CNI, de España, reconoció que había espiado con Pegasus a 18 de la larga lista de los independentistas catalanes. El gobierno español no tiene ningún interés en llegar al fondo del tema”, explicó Ignacio Cembrero, periodista especializado en el Magreb que ha sufrido varias persecuciones por su trabajo, la última del caso Pegasus, colaborador de El Confidencial.

Cembrero recordó otro caso de espionaje reciente, muy polémico, sobre sobornos a eurodiputados: “Es el grave error en Bruselas, en el Parlamento Europeo, con el Marruecos Gates, el escándalo de corrupción fomentado, presuntamente, por Qatar y Marruecos. Y es posible que hayan participado otros países”. Espionajes y dinero para, por ejemplo, frustrar resoluciones sobre el Sahara occidental o manipular acuerdos de pesca en favor de Marruecos.

El país que parece tener más espías en Europa es Rusia, luego Marruecos, según los datos públicos de agentes deportados. En España, dijo Cembrero, solo se ha hecho pública la expulsión de un agente marroquí; 13, en cambio, en Bélgica, Alemania y Países Bajos, con casos, incluso, llevados a la justicia.

Un momento clave en que el mundo despertó a la realidad de que los espías no se habían acabado fueron los atentados del 11 de septiembre de 2001, a las torres gemelas de Nueva York, explicó Carmen Posadas, que acaba de publicar el libro Licencia para espiar, sobre las mujeres espías.

“Los servicios secretos pueden meter la pata estrepitosamente. El 11-S cogió por sorpresa a los servicios de inteligencia americanos. Esa fue la mayor chapuza porque no pensaron que Al Qaeda pudiera derribar las torres”, dijo Posadas. La escritora conoce parte de la cotidianidad del espionaje, pues su casa en Moscú, en 1972, fue objeto de este porque su padre era el embajador de Uruguay en Rusia y les instalaron micrófonos por todas partes.

El entrenamiento de un espía es importante, pero “la ideología es fundamental, el querer servir a una idea, a un país, casi más que la preparación como tal”, enfatizó Eduardo Martín de Pozuelo, periodista de La Vanguardia especializado en yihadismo y espionaje, autor de libros como Sin cobertura.

Los intérpretes y los infiltrados son otras figuras cruciales en este entramado, defendió Carmen Posadas. Otra pieza clave son los analistas, el penúltimo eslabón. Por ellos rompió una lanza Ignacio Cembrero: “Ellos hacen la síntesis de todo lo recogido. Están especializados en muchos frentes”.

¿Y qué pasa cuando los espías se jubilan?: “Los agentes y los espías dicen que el problema cuando se jubilan es que no tienen amigos. Son personas aburridas, sin interés para los demás porque sus trabajos no son nada interesantes de cara al mundo. Por eso hay tantas parejas entre ellos”, contó Pilar Cernuda, periodista y autora de No sabes nada de mí: Quiénes son las espías españolas.

¿Los servicios secretos y agencias de inteligencia reflejan el carácter de cada país?, preguntó Sasi Alami, moderadora y directora de Código Crystal en RNE. Cembrero no lo dudó: “Por supuesto que sí. En otros países hay mucha más información. En España hay muy poca, y poco transparente”.