Iñaki Gabilondo y Jordi Évole, una lección magistral de cómo hacer entrevistas

Los dos periodistas conversaron en la sexta edición del ciclo Hotel Florida de Ámbito Cultural. Sus recomendaciones van desde saber escuchar al entrevistado, hasta recordar que el periodista es un médium entre los que tienen algo que decir y la sociedad
Los periodistas Iñaki Gabilondo (izquierda) y Jordi Évole en una de las sesiones del ciclo Hotel Florida 2024, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés. /Foto de Óscar Carriquí
ÁMBITO CULTURAL  30/01/2024

Iñaki Gabilondo y Jordi Évole conversaron sobre el género de la entrevista y dieron una lección de periodismo y de vida. Los separan cuatro décadas de profesión. Cuando Évole nació, en 1974, Gabilondo llevaba once años ejerciendo y ya era el director de la Cadena SER en Sevilla. Évole creció escuchándolo. Hoy, los dos son un referente del periodismo español, Gabilondo con todo el prestigio y ya retirado, y Évole en un momento de consagración profesional.

Ambos fueron los invitados a la cuarta sesión del ciclo Hotel Florida, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, en la sala de Callao, de Madrid, el 24 de enero de 2024. Unas jornadas que rinden homenaje al Hotel que estuvo allí, entre los años veinte y sesenta del siglo XX, por donde pasó la modernidad cultural, y se hospedaron escritores y corresponsales para cubrir la Guerra Civil española (1936-1939)

El género de la entrevista fue el tema sobre el cual dialogaron Iñaki Gabilondo (San Sebastián, 1942) y Jordi Évole (Cornellá de Llobregat, 1974). El primero adquirió notoriedad nacional tras su presencia en la SER, luego al frente de los informativos de Televisión Española, a comienzos de los años ochenta, y de regreso a la SER, para dirigir con éxito Hoy por Hoy. El segundo se dio a conocer por el programa de televisión Buenafuente, más tarde se hizo un nombre con su propio espacio llamado Salvados, y desde 2019 lo ratificó con Lo de Évole, además del documental No me llame Ternera. De su charla surge esta bitácora de anécdotas personales y recomendaciones para ejercer un buen periodismo: desde saber escuchar al entrevistado, hasta no olvidar que el importante es el invitado, pasando por que el periodista debe recordar que es un médium entre los que tienen algo que decir y la sociedad:

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Iñaki Gabilondo. Tengo la sensación que las entrevistas que he hecho han tenido una gran dificultad, porque han sido en tiempo real. Es un género diferente. Tiene que pasar lo que sea que pase en el tiempo que tienes. Es un encuentro a tres: el que pregunta, el que responde y el reloj. Si el entrevistado se encuentra en una situación incómoda, con un poco de arte hace que solo se produzcan tres o cuatro preguntas. Las entrevistas con grandes personalidades tienen el inconveniente de que tienen articuladas una relación de respuestas. En tiempo real el invitado muy maleado te torea y el tiempo te aprieta. Tú, Jordi, haces entrevistas que son una producción audiovisual.

Jordi Évole. Son géneros distintos. Yo en una entrevista no tengo por qué empezar a todo gas, como lo hacías tú, que desde el primer momento, tenía ya que haber chicha. Puedo hacer un calentamiento que luego no va a estar en el metraje. Nunca tenemos una entrevista de veinte minutos, nosotros lo que menos grabamos son dos horas.

Gabilondo. Lo fundamental es saber escuchar. Tener la intención de entender lo que está queriendo decir el entrevistado. No se pueden tener moldes que se vayan reproduciendo en todos los casos.

Évole. Como entrevista difícil citaría el documental que hice de Josu Urrutikoetxea, No me llame Ternera. Una entrevista donde te estás jugando mucho más que el invitado. Tienes una responsabilidad enorme. Eres el último escalón de todo un proceso de elaboración de esa entrevista. Desde el día en que alguien dijo en la redacción que por qué no entrevistábamos a Josu Urrutikoetxea hasta la entrevista, igual han pasado tres años. En esta profesión, si no asumimos la responsabilidad, estamos siendo negligentes.

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Gabilondo. Conviene recordar algo que se suele olvidar: nuestro trabajo es para la gente. Nosotros administramos un derecho ciudadano. Como se nos olvide el oyente, el espectador o el lector, empezamos mal. Hay que decir que, en un porcentaje altísimo, se trabaja sin recordar al público. La gente tiene derecho a saber cómo es una persona como Josu Urrutikoetxea. Tenemos la obligación de acercarle a los ciudadanos aquellos elementos que le ayuden a entender mejor su papel en la realidad social.

Évole. Hay entrevistados que llegan a disgusto. Y eso me gusta evidenciarlo.

Gabiolondo. Es como un actor. Hacen la película y, luego, deben hacer un trabajo complementario que es la promoción, que no les gusta nada.

No sabes cómo ha cambiado esto con relación al comienzo de la democracia. Por ejemplo, un político viene a decirte lo que viene a decirte con el plan que hayan diseñado los estrategas del partido. Las posibilidades de que haya una sorpresa son, prácticamente, nulas. Las novedades se suelen producir con la gente común. Todo el mundo tiene una gran conversación. Una conversación un poco relajada sobre tu visión de la vida, sobre tu vida, eso es siempre bonito y emocionante, ahí surgen grandes sorpresas. De un político es, casi, imposible, como no sea una situación muy dramática. Como cuando entrevisté a Felipe González, en el Telediario de la 1, el día que se informó de los GAL. Fue una entrevista de alta intensidad y de un dramatismo que no es habitual. Felipe es de discurso largo, sabía que aquello iba a resultar extremadamente desagradable. Y yo sabía que él sabía, y como no tuviera cuidado, no colaba tres preguntas.

La clave de una entrevista está en saber escuchar. Si prestas atención a las respuestas, pillas que está pasando algo. Por ejemplo, cuando tú entrevistaste al Papa Francisco conseguiste el punto de confianza, casi amistad, que es de gran valor.

Évole. Yo iba con una responsabilidad enorme. Y solo tenía una hora. Es un jefe de estado y ¿sabes que es el que con menos séquito ha venido a una entrevista? El Papa vino con otro cura que le llevaba otra carpeta y ya está.

Él sabía que yo no era creyente, pero que vengo de una familia muy creyente. Le dije que tenía una gran satisfacción de estar con él porque sabía que, cuando mi madre viera la entrevista, se podía morir después porque iba a estar muy orgullosa. Desde ese momento todo se relajó. Luego le di mil vueltas a esta entrevista, las preguntas que no había hecho, los fallos que había cometido… Eso es una tortura. Ahora me pasa menos, supongo que con la edad vas madurando, pero antes era obsesivo.

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Gabilondo. En las entrevistas de reloj teníamos catalogados a los personajes porque sabían jugar con el reloj. Estaba el contextualizador, el que empieza: En el año 1972… Luego, el que te avisa que la respuesta tiene cinco o cuatro puntos. El que corregía algún pequeño error, hasta en su cargo. El género es muy technicolor.

Évole. Ahora tenemos invitados muy toreados. Es muy difícil encontrar naturalidad. Pero cuando fui a entrevistar a Nicolás Maduro (presidente de Venezuela) fue un festival, entraba a cualquier trapo que pusiera. Hay otros que te condicionan la entrevista. Lo máximo que me pasó fue con Pau Donés. Me dijo, me voy a morir de aquí a quince días. Yo no sabía por dónde empezar. Yo no estaba muy bien anímicamente, por eso en esa entrevista estoy casi desaparecido, que es como tenía que estar en este caso. La hizo toda él. Yo estuve de acompañante.

Gabilondo. Es una obviedad, pero el importante es el entrevistado. Hay una persona que tiene algo decir, hay un público que tiene derecho a saber qué quiere decir esa persona y un profesional que actúa de médium en ese papel. Eso no hay que olvidarlo, porque uno puede tener cierta notoriedad o vedettismo o cierto nombre que algunos lo equivocan y lo convierten en una especie pulso a ver quién gana. Esa es una perversión de la entrevista.

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