Películas españolas que no nos representaron en los Oscar y lo merecían

Periodistas y críticos de cine señalan las películas que habrían podido representar al país en los premios de Hollywood
Luis Manrique Rivas  13/12/2021

Son varias las películas españolas que a lo largo de la historia merecerían haber representado al país, pero no fueron seleccionadas ni por la Academia de Cine española, responsable de su selección desde 1986, ni por el Gobierno anteriormente. Una maratón de estos filmes incluye títulos como Viridiana, de Luis Buñuel; El verdugo, de Luis García Berlanga; El espíritu de la colmena, de Víctor Erice; Gary Cooper, que estás en los cielos, de Pilar Miró; Amantes, de Vicente Aranda; Los santos inocentes, de Mario Camus; La buena estrella, de Ricardo Franco; Hable con ella, de Pedro Almodóvar… Todas fueron premiadas aquí, en festivales internacionales, obtenido el favor de la crítica, el cariño del público y entrado en esa categoría de títulos para un cine club.

 

 

“Para que te quieran los extraños antes te tienen que querer los tuyos. No está claro si esta máxima es de Epicteto o de L’Oreal, pero admite pocas refutaciones”, señala Luis Martínez, crítico de cine del periódico El Mundo. En esta edición de los Oscar, por ejemplo, el filme más internacional ha quedado fuera: Madres paralelas, de Pedro Almodóvar. A esta película, explica Martínez, “no le ha bastado con inaugurar el Festival de Venecia ni con alcanzar la máxima valoración entre la crítica internacional. Los académicos españoles han preferido El buen patrón, de Fernando León de Aranoa. No es la primera ni la última vez que pasa que la cinematografía de un país da la impresión que disfruta disparándose al pie. En España es ley”.

Una prueba de ello la dan cuatro críticos de cine consultados por Ámbito Cultural. Los primeros cuatro ejemplos muy sonados los abre Luis Martínez:

Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002), ese año fue seleccionada por España Los lunes al sol, de León de Aranoa, que no clasificó:

 

 

“Para muchos, Hable con ella es la obra cumbre del manchego. Tiene riesgo, respira libertad y, sobre todo, belleza. Recibió múltiples premios en el mundo. Tanto que hasta mereció el Oscar a mejor guion y el Globo de Oro. Sin embargo, no fue la representante de España para la que entonces era la categoría de película extranjera. Ese honor lo tuvo Los lunes al sol, de León de Aranoa. Si creen, como Nietzsche, en eso del eterno retorno de lo igual, quizá estén en lo correcto. Aunque probablemente todo sea más procaz: nos gusta dar traspiés contra la misma piedra”.

Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), ese año la película enviada fue Sesión continua, de José Luis Garci, que llegó a las cinco finalistas:

 

 

“Fue José Luis Garci el que ‘abrió el melón’. Su Volver a empezar fue el primer Oscar español (y mucho español) y, por tanto, los académicos no pudieron por menos que pensar en él cuando volvió con su nostalgia en Sesión continua. Eso sí, lo hizo a costa de: a) la mejor adaptación de Delibes; b) la cinta más aplaudida en Cannes hasta el punto de rendirse a sus actores, y c) la más brillante y cruel película de ése y muchos años más”.

El verdugo (Luis García Berlanga, 1963), ese año fue enviada Los tarantos, de Francisco Rovira-Beleta, y clasificó entre las cinco:

 

 

“Un lugar común es lamentarse de la poca repercusión internacional que ha tenido el cine de Berlanga. Pero bien es cierto que la culpa es más de nosotros que de los otros. El verdugo, la película más aclamada del director valenciano, se quedó sin viajar a Los Ángeles porque, probablemente, el régimen de Franco no estaba para hacer bromas con sus queridísimos verdugos”.

Viridiana (Luis Buñuel, 1961), ese año fue seleccionada Plácido, de Berlanga, y clasificó:

 

 

“No hay lista de críticos o asimilados que no coloque la única película española en lograr la Palma de Oro en lo más alto de sus preferencias: Viridiana. Buñuel era y es, además, adorado en Hollywood. Franco y sus gentes no sólo no la propusieron, sino que hicieron lo posible por hacerla desaparecer del mapa hasta el punto de exigir la desaparición del negativo original”.

Esta lista de desagravio la amplía Rocío García, de El País, que, además de coincidir con Martínez en Viridiana, rescata dos títulos más:

La buena estrella (Ricardo Franco, 1998), ese año fue seleccionada El abuelo, de Garci, que se clasificó entre las cinco:

 

 

La Buena estrella triunfo en los Premios Goya. Lo mejor es el retrato intimista y la humanidad de los tres personajes, tocados por unos corazones llenos de generosidad en medio de una existencia dolorosa”.

El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), ese año fue seleccionada Habla, mudita, de Manuel Gutiérrez Aragón, que no llegó a la final:

 

 

El espíritu de la colmena es una de las películas maestras del cine español. Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, su evocación de la posguerra española a través de la mirada infantil es un tesoro”.

La cartelera para rescatar estas películas que pudieron representar a España en los Oscar la amplía David Felipe Arranz, autor de libros de cine como Héroes y villanos del cine y Las cien mejores películas sobre periodismo, con:

Gary Cooper, que estás en los cielos (Pilar Miró, 1980), ese año fue enviada El nido, de Jaime de Armiñan, y estuvo entre las cinco clasificadas: “La película de Pilar Miró es un drama feminista sobre los recuerdos, los errores, los ajustes de cuentas con el pasado y la influencia en el amor de los referentes del Olimpo del cine”.

El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995), ese año fue enviada La flor de mi secreto, de Almodóvar, que no entró en la lista final:

 

 

El día de la bestia es una cinta atípica de sátira urbana y españolísima bajo la apariencia de género fantaterrorífico que desmonta el mundillo de los gurús de la televisión y algunos símbolos modernos de la gran ciudad”.

Cosas que nunca te dije (Isabel Coixet, 1996), ese año fue seleccionada Bwana, de Imanol Uribe, y no clasificó:

 

 

“La película de Isabel Coixet es un filme rompedor por lo intimista, con una extraordinaria partitura de Alfonso de Villalonga, y una pareja protagonista muy en boga en la época (Lili Taylor y Andrew McCarthy) que dirimen sus diferencias gracias al uso del vídeo y del videoclip”.

En la ciudad (Cesc Gay, 2003), ese año fue enviada Soldados de Salamina, de David Trueba, que no llegó a la selección final: “En la ciudad es una película estática habitada por jóvenes zarandeados por tormentas de sentimientos en la Barcelona más burguesa y apariencial. Gay se muestra como nuestro Chéjov, porque en sus películas esteticistas aparentemente nunca pasa nada y a sus protagonistas les ocurre de todo”.

Nando Salvà, de El Periódico de Catalunya, coincide con los anteriores críticos en el desatino de no haber enviado El verdugo, de Berlanga; El espíritu de la colmena, de Erice; Los santos inocentes, de Camus; y Hable con ella, de Almodóvar. Salvà aporta un título más:

La caza (Carlos Saura, 1966), “por la furia y la indignación con las que reflexiona sobre la animalidad humana, y por su capacidad única para generar tensión”.

 

 

El nuevo capítulo de esta Apuestas, desencuentros y desatinos de un amor no correspondido empezará a resolverse este 21 de diciembre, seguirá en febrero con el anuncio de las cinco candidatas y, finalmente, el 27 de marzo en la ceremonia de los Oscar. ¿Tendrá España una quinta película ganadora en la categoría Extranjera para sumarse a Volver a empezar, de Garci (1983); Belle Époque, de Fernando Trueba (1993); Todo sobre mi madre, de Almodóvar (1999); y Mar adentro, de Alejandro Amenábar (2004)?

Esta historia continuará…