Antonio López: “El futuro del arte es el futuro del hombre”
Con una sonrisa y cara de asombro, Antonio López recorrió su exposición Infancia en los escaparates de El Corte Inglés de la calle Preciados, de Madrid: cincuenta y cinco piezas protagonizadas por cabezas de niños de diferentes tamaños, texturas y colores. Y algún bebé y críos de cuerpo entero. La infancia es un tema al que López ha dedicado buena parte de su obra, desde comienzos del siglo XXI, además de haber rescatado la ciudad, en especial Madrid, como motivo de inspiración.
Infancia es un homenaje a uno de los grandes creadores españoles, y configura la colaboración que El Corte Inglés y Ámbito Cultural tienen dentro de la programación de
la 42ª Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, Arco, del 22 al 26 de febrero.
La obra de Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) está asociada en el imaginario popular con la Gran Vía, y de ahí nace su relación con El Corte Inglés, porque desde la séptima planta del centro de Callao pinta, desde hace varios años, una de sus perspectivas de la avenida madrileña.
Tras la inauguración de Infancia, Antonio López conversó con Gervasio Posadas, director de Ámbito Cultural, sobre el significado de los niños en su obra, su empeño en pintar la ciudad y su análisis sobre el arte contemporáneo.
Gervasio Posadas. ¿Cuándo pasa de las cabezas pequeñas o de tamaño natural a las de gran tamaño, como las de la Estación de Atocha (inauguradas en 2008)? ¿Qué representan para usted?
Antonio López. Representa que tú interesas a los demás. La cabeza que tú eliges hacer, y que puedes hacer, es de tamaño natural. Pasar de ahí, sin que los demás intervengan, es casi imposible. Tuve la suerte de que alguien quería hacer un trabajo monumental para la Estación de Atocha, entre las cosas que tenía por allí, esas cabezas le llamaron la atención. El proceso es facilísimo: una vez la cabeza está terminada a tamaño natural, las máquinas casi lo hacen todo. Es un regalo estupendo que nos llega a los escultores. En la pintura eso no se puede hacer. En tres metros, en treinta… Es cuestión de pasta.
Gervasio Posadas. En la exposición de los escaparates hay alguna obra que no es suya.
Antonio López. Son cosas que había hecho a sus nietos, Mari (María Moreno, su esposa y pintora, fallecida en 2020). Hizo unas cabezas del tamaño de un huevo, sin ánimo de exponer. Cuando nos fijamos, vimos que todas juntas son una preciosidad. Las colocamos en un rinconcito, con un retrato suyo, quería que estuviera allí, con los niños.
Gervasio Posadas. ¿Cómo nace su obsesión por la Gran Vía?
Antonio López. A mí me gusta mucho la ciudad. Antes de pintar la Gran Vía, pinté la ciudad vista desde arriba. Así hice el Tomelloso del año 53. Ahí me di cuenta de lo interesante que era esto. Antes, otros pintores habían hecho ciudades. En Venecia se hizo muchísimo con Canaletto. La ciudad era un tema importantísimo, menos en España. Los españoles estábamos obsesionados con la Purísima Concepción. Lo bonito de las ciudades hoy es que están sin pintar. Ahora se están pintando más. Se han pintado poco porque parecía que el pintor estaba para pintar cosas más interesantes.
Pintar Madrid no es una obsesión. Son los temas. ¿Por qué Lucian Freud pinta tantos desnudos? Pues porque es lo que le gusta. Es tan evidente el motivo al ver los trabajos, que dices: Es lo que tiene que hacer ese hombre.
El primer cuadro que hice en la calle no fue de la Gran Vía, fue en la plaza de Carlos V, donde está la Estación de Atocha. A mí ese lugar me decía mucho, lo relacionaba con mi pueblo, porque allí estaba la estación: el viaje desde Tomelloso acababa en Atocha. Es el primer trozo de Madrid que vi cuando vine. En el año 64 hice el cuadro.
¿Por qué la Gran Vía? La Gran Vía vacía porque, pensándolo a toro pasado, algo me llevó allí… Fui con un amigo, con Enrique Gran, una persona con la que consultaba mis dudas. Le dije: Vamos a ir al amanecer a ver qué te parece este lugar de la Gran Vía. Fuimos un fin de semana y me dijo: Es verdad como una enfermedad. ¡Píntalo! Tenía que madrugar, tenía que ponerme entre los coches, en una isleta peatonal. Me daba una pereza terrible madrugar. Había días que me levantaba, preparaba todo, cogía el metro, llegaba allí y me regresaba a casa.
En la Puerta del Sol pasa igual. Pintar en sitios así es de un esfuerzo tremendo. A la vez, es una maravilla pintar entre la gente. El trabajo nuestro es un trabajo muy solitario. Estar entre la gente, aunque tengas sorpresas desagradables, siempre te devuelve algo bonito. Yo sí tengo una recompensa cuando estoy entre la gente.
La Gran Vía es el trozo de Madrid donde la buena arquitectura es más evidente. Parece que todos los buenos arquitectos de España trabajaron en esa zona. Y todo eso vacío, y a cierta hora, tiene algo de metafísico, me impresiona mucho. Algo que no está hecho para el hombre. Para mí es una enorme escultura. Desentrañar todo eso me parece fantástico. Por eso la gente ya no vive allí, no es para vivir, es para mirar.
Gervasio Posadas. Está pintando también en otras ciudades.
Antonio López. La primera pintura que hicimos con Mari, juntos, fue en agosto de 1961. Nos fuimos a Guardamar del Segura. Allí pintó ella dos cuadros y yo tres. Cuando pintas un lugar en el que no vives cuesta trabajo encontrar ese lugar, porque sabes que no vas a hacer más que un trabajo, y quieres que en esa mirada esté toda la ciudad, lo que tú piensas que es la ciudad. En Sevilla, hasta que no he encontrado el sitio no he podido ponerme a pintar. Es el Pabellón de la Navegación donde se hizo la Expo del 92. Me subí en la torre que está dentro del río Guadalquivir mirando hacia Sevilla. Y he pintado Bilbao y Barcelona en donde el agua entra, también.
Gervasio Posadas. ¿Cuál cree que es el futuro del arte?
Antonio López. El futuro del hombre. El arte del siglo XX, el arte de mi época, creo que no lo hay mejor. Por todas las cosas que se han hecho en todos los espacios del arte. La cantidad de cosas que han surgido, no solo nuevas, sino que también se le ha dado un nombre a cosas que han estado siempre en el arte y que te ayudan a comprenderlo. La abstracción, que ha estado en la pintura siempre, es un hecho natural en la pintura, en la escultura, en la música y en la literatura. A partir del Impresionismo empiezan a pasar unas cosas que me han ayudado a ver el arte de todas las épocas. Sobre todo, la abstracción y el surrealismo que están en El Bosco, en Egipto, en Grecia.
Se llega a unos límites extremos para que se haga entender esa visión de la vida. Yo conozco a jóvenes que hacen una pintura que, si las pusieran en el Prado, no desmerecían.
Eusebio Semper era muy pesimista del arte de su época; decía que, comparado con Velázquez, cualquier cosa que pensaras del arte contemporáneo era muy poca cosa, yo no lo creo así. Lo bueno que se ha hecho en nuestra época se ha hecho con una valentía enorme. Hay mucho malo, pero lo bueno es muy bueno. Es cuestión de verlo.