Sergio del Molino: “Nos explicamos por lo que han hecho nuestros antepasados, por el país y por la cultura en la que hemos nacido”
“Yo no sé lo que pienso sobre algo hasta que no escribo”, confiesa Sergio del Molino (Madrid, 1979). Es uno de los escritores que, con dos de sus libros, La hora violeta, una carta de amor a su hijo muerto, y La España vacía, un ensayo sobre el despoblamiento de las zonas rurales, ocupa un lugar especial en la literatura autobiográfica y del ensayo social y político. Su novela Los alemanes, premio Alfaguara 2024, reúne parte de las dinámicas de las dos obras citadas porque, a partir de una situación real, investiga para crear un mundo de ficción con los laberintos de las emociones, la condición humana y el debate social.
Sergio del Molino compartió parte su proceso creativo como invitado del Club de Lectura de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, moderado por el escritor Rafael Caunedo. La novela plantea varias cuestiones como, por ejemplo, hasta qué punto somos responsables de la culpa de nuestros antepasados, cómo convivir con un fantasma, los secretos familiares o de qué manera influye el pasado ajeno en nuestra identidad. Ello a través de la historia de una familia y una comunidad alemanas, de comienzos del siglo XX procedente de Camerún que se instalan en Zaragoza.
Historia hecha ficción
“En Camerún había unos 1500 alemanes cuando estalla la Primera Guerra Mundial, en 1914. Dos años después, al estar rodeados de enemigos, se desplazan a Guinea Ecuatorial que es de España, un país neutral, y se rinden. España los acoge, los trata bien y los manda a Zaragoza. Se hicieron famosísimos. Toda esa historia estaba olvidada cuando yo la recupero. A partir de ahí creo una historia de ficción”.
Origen y construcción
“La historia real de los alemanes en Zaragoza la conté en clave de crónica y ensayo. El reto era coger esos hechos históricos y convertirlos en el decorado de una historia de ficción familiar que transcurra hoy. No quería escribir una novela histórica. Quería contar algo que dijera algo del mundo de hoy y de las relaciones familiares. Me costó mucho. Soy un escritor que necesita empaparse de los sitios. Y todo parte del cementerio alemán en Zaragoza. Quería una historia de vivos que están influidos por los muertos, para quienes el legado de los difuntos es muy importante.
La herencia de la culpa
“Si supiera hasta dónde somos responsables de las culpas de nuestros antepasados sería jurista. La literatura no tiene la responsabilidad de responder a esas preguntas, sino de plantearlas y de hacer que los lectores se las planteen. En lo penal, es evidente que si tu padre es un asesino tú no tienes que ir a la cárcel por él. Pero a ti eso no te deja indemne. Eso afecta a tu identidad, a tu pensamiento, a tu posición en el mundo. Y te crea una incomodidad, de asuntos que puedes resolver o no, pero que van a condicionar tu vida”.
Somos seres históricos
“Nosotros no venimos de la nada, no nacemos sobre un lienzo blanco y somos solo responsables de nuestros actos. Estamos anclados en una historia, somos seres históricos. Nos explicamos por lo que han hecho nuestros antepasados, por el país y por la cultura en la que hemos nacido. Eso nos configura, no somos inocentes, no podemos darle la espalda. De alguna forma nos invoca”.
Pedir perdón por el pasado
“Ahora que he recorrido América Latina, por el premio Alfaguara, me han preguntado mucho sobre el debate del presidente de México y el rey de España y la petición de perdón. Es un debate de poco recorrido, es absurdo pedir que los españoles de hoy se disculpen por las fechorías de Hernán Cortés. Pero, tampoco creo que podamos desdeñarlo. Lo que ahora la presidenta de México, y antes el presidente, lo que quieren es crear un ruido y echar balones fuera para evitar que se hable de problemas de su país. Pero la interlocución es cierta. Y cuando los intelectuales de América Latina reprochan a los intelectuales de España este tipo de cosas no se puede despachar con dos frases. Realmente hay un debate sobre el pedir perdón. Al hablarlo y escribir libros sobre ello mejoramos nuestro conocimiento como seres históricos y ampliamos la base de la convivencia. Y con eso solo podemos mejorar. Es un tema que solo se puede llevar a cabo en la cultura, en la literatura, pero en la política no”.
La construcción autobiográfica
“Pareciera que la escritura autobiográfica no tiene una estructura literaria, pero la hay, igual que cuando construyes un personaje de cero y te metes en él. Yo tengo que meterme en mí mismo y crear una voz, tengo que crear un Sergio del Molino narrativo que tenga un armazón y un desarrollo; eso me exige salir de mí mismo. La autobiografía, paradójicamente, es un acto poco ombliguista porque exige externalizarte, desdoblarte en un personaje literario”.
Escritura como autoconocimiento
“Yo no sé lo que pienso sobre algo hasta que no escribo. Para mí la escritura es un medio de conocimiento y de avance. En los artículos, a veces, me pasa también. No siempre tengo las cosas claras, prefiero que la escritura me vaya guiando”.