Javier Moscoso. Se juntan muchas respuestas, la primera es quizá la más fácil: en realidad, no es tanto sacar el pensamiento a la calle como crear un espacio colectivo, que es un espacio común, a mí me gusta llamarlo espacio gentil que es como se llamaba en el Renacimiento. Reivindicar la plaza pública como el lugar donde cabe intercambiar ideas, opiniones y no solamente las opiniones más autorizadas, sino las opiniones y las ideas de todo el mundo; es una reivindicación del ágora, de la plaza pública. Luego, efectivamente, eso va ligado a otros fenómenos en el contexto de tu pregunta, como las humanidades y su tendencia al ensimismamiento…
Pregunta. Pero, también, hay filósofos e intelectuales que son muy conocidos y mueven a mucha gente y que se comportan, casi, como estrellas del rock.
Javier Moscoso. No todo es positivo en esta idea de la plaza pública, porque se producen fenómenos también fascinantes que tienen que ver con fenómenos de popularización del pensamiento. Y, cuando digo popularización, me refiero casi a esto que mencionabas tú de la forma, digamos, de tratamiento que reciben algunas de las nuevas figuras del pensamiento internacional que más bien parecen estrellas del rock y que tienen sus seguidores, sus modos de actuación que son fascinantes desde el punto de vista de lo que serían las viejas tradiciones del pensar, pero a mí todo esto me parece positivo. Me parece que es abrir las ventanas y que entre el aire por todos lados y que después de todo se mezclen personas de muy distinta condición.
Pregunta. Ha mencionado la palabra ensimismamiento, y, a la vez, vivimos, en todo el mundo, un desmantelamiento de las humanidades y de la propia enseñanza en la escuela, la universidad.
Javier Moscoso. Vivimos en una época donde las humanidades están amenazadas y donde uno piensa que, en realidad, lo que tiene que hacer es encontrar una reivindicación que siempre parte del mismo principio que es que nosotros somos muy importantes y que, en consecuencia, pensamos que no es posible que los demás no se den cuenta de lo importantes que somos. Creo que los planteamientos corporativos nunca tienen buen resultado. Al final, parte del fracaso, por ejemplo, de la filosofía es que ha sido incapaz en el último siglo de hibridar, como han hecho otras disciplinas, de relacionarse con nadie. Tendremos filósofos especialistas en campos disciplinarios, pero que, sin embargo, no han dado lugar a lo que podría ser una bioquímica o una genética de poblaciones o todas estas ramas intermedias del saber. No hay ni siquiera entre las humanidades una característica propia de la hibridación, ni siquiera entre la filosofía y la historia, por ejemplo, no tenemos nada que sea como la filohistoria o la histosofía. Ha sido una lucha permanente por permanecer en campos disciplinarios aislados, entonces esto viene al caso porque los problemas no son de una sola disciplina, no afectan a una sola disciplina, no cabe responderlos desde un solo campo disciplinario; por lo tanto, sacar la filosofía de un ensimismamiento, ponerla en la plaza pública es, al mismo tiempo, darle la palabra, pero también decirle, advertirle, que las cosas de las que trata no son solamente su problema, sino que son el problema de otros muchos campos disciplinarios y, también, el problema de los ciudadanos en su conjunto.