Javier Fesser: “El cine es un juguete con una capacidad brutal de transformarte”

Hasta los 19 años Javier Fesser (Madrid, 1964) no tuvo un flechazo con el cine, y eso que cuando niño vivió un hito de su infancia cuando vio con su padre la película Tiburón. Medio siglo después ha ganado siete premios Goya en seis categorías distintas (por película y dirección hasta mejor guion original y adaptado). En España ocupa un lugar especial en el imaginario por haber llevado al cine a una de las parejas de tebeos más queridas por los españoles de diferentes generaciones: Mortadelo y Filemón. Este 2025 se estrena la miniserie Custodia compartida (Disney +), después de que el año pasado estrenara la serie Depredador.
Director de títulos tan premiados y populares como Campeones o Camino, Javier Fesser fue el primer invitado del año a nuestro ciclo mensual Mi vida en películas, puesto en marcha junto a Cinemanía y AISGE, presentado por Andrea Gutiérrez Bermejo, redactora jefa de la revista Cinemanía. En este encuentro Javier Fesser recordó episodios sobre cómo el cine entró en su vida y lo ha llevado a reflexionar sobre este arte:
Custodia compartida
El primer motivo para sumarme a este proyecto fueron los guiones de Juanjo Moscardó y María Mínguez que me enamoraron. Me parecía un privilegio poner en escena unas historias tan potentes y naturales al mismo tiempo. La serie la defino como un catálogo definitivo de torpezas emocionales con las que te identificas.
Flechazo con el cine
Mi flechazo con el cine fue muy tarde, pero de manera fulminante. El cine era algo completamente ajeno a mi vida. Fue con 19 años, cuando estudiaba Ingeniería Naval. Mi hermano mayor me regaló por Navidad una cámara super 8 e hice mi primer carrete de tres minutos: lo llevas a revelar, tardan 10 días, lo recoges, lo pones en el proyector, apagas la luz, y ves eso que has rodado: mis padres en el comedor, mis hermanas estudiando, otros por el pasillo. Era fácil adivinar lo que te daba esa herramienta. Era todo por aprender. Es como si vas a Estados Unidos y no sabes inglés, pero dices: “Quiero aprender”. Ese fue el flechazo con el cine.
Un hito inolvidable
Ir al cine solo con mi padre en Madrid fue uno de los hitos inolvidables de mi infancia. Vivíamos en la Sierra y un día bajé a Madrid al dentista y, como mi padre curraba tanto y no tenía vacaciones, tenerlo 24 horas para mí era algo extraordinario. Me llevó al cine a ver Tiburón.
Cine
El cine es un juguete con una capacidad brutal de transformarte.
Realidad
Mi evolución de películas hacia proyectos donde está más presente la realidad ha sido natural. Al principio la técnica me tenía extasiado. Descubrir lo que es capaz de hacer la técnica a nivel narrativo y expresivo es alucinante. Pero, poco a poco, te vas dando cuenta que el efecto especial más potente que puedes hacer es una mirada que te llegue y te emocione. Algo que conecte contigo, que te remueva algo. Es natural que quieras explorar cómo despertar la emoción.
Risa
Hacer reír es importante, yo le tengo un respeto enorme, cuando de verdad algo te provoca ese estado tan maravilloso como lo que estás viendo. La risa nos conecta de una forma radical, brutal. Me siento orgulloso cuando colaboro en algo que despierta la risa.
Referencias
Sin el objetivo de hacer nada original, huyo un poco de las referencias, en el sentido de que algo tiene que parecerse a sí mismo. Tienes que hacer tuya la película para que puedas venderla desde la verdad.
Berlanga
Le debemos el documento que nos ha dejado de nuestra sociedad. Más allá de lo que te está contando, tu coges, por ejemplo, Placido, y es una tesis doctoral de la España de los años 40 o 50. Una radiografía precisa. En la mirada de esas personas están la tristeza de la guerra, la esperanza de lo que puede venir, la forma de buscarte la vida. Plácido es mi película favorita de Berlanga, cuanto más la veo, más me parece difícil y más acertada todas las decisiones.
¿Cine o películas?
Hace poco volví a ver El tren, de John Frankenheimer, con Burt Lancaster, y pensé que antes se hacía cine y ahora hacemos películas. Hay películas maravillosas, pero hay algo en ese cine clásico, donde se ven las costuras, y la maestría que hay detrás. Es fácil de ver que hay ahí una puesta artística, expresiva y narrativa.
Violencia: un tema que quiero tocar
Me apetece contar algo que desmonte la vía violenta de solucionar nada. Es evidente que la violencia es inútil, destructiva, absurda; no vale para nada más que para generar dolor y oscuridad. Y hay tanta…