El arte de traducir libros y el riesgo de traicionar la obra original

La entrega del Nobel de Literatura 2024 a la surcoreana Han Kang ha revivido el debate sobre las traducciones, debido a las críticas de sus libros vertidos al inglés. Su traductora al español, Sunme Yoon, y el escritor y traductor español Jon Bilbao dan alguns claves sobre este oficio
Detalle de la portada del ensayo de Nuria Barrios 'La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora' (Páginas de Espuma).
WINSTON MANRIQUE SABOGAL  09/12/2024

¿Es el traductor un autor? ¿Cuántas licencias se puede permitir un traductor? ¿En la elección de un traductor debe primar la calidad profesional o es mejor elegir a alguien de la misma raza, género o cultura del escritor? La concesión del premio Nobel de Literatura 2024 a la surcoreana Han Kang reavivó el debate sobre el ejercicio de las traducciones literarias debido a la polémica suscitada por la traducción al inglés de la obra de esta novelista, y recordó la desatada hace tres años cuando en Holanda se pidió que el poema de Amanda Gorman, La colina que ascendemos, leído por ella durante la posesión del presidente Joe Biden en 2021 fuera traducido por personas de su misma raza negra.

“Lo que los traductores debemos hacer es ser fiel a la obra y captar y transmitir lo que el autor quiere decir sin traicionar su espíritu”, explica Sunme Yoon, traductora de Han Kang al castellano, con obras como La vegetariana.

“El traductor tiene que aspirar a ofrecer a sus lectores una experiencia lo más similar posible a la que pueda proporcionar el texto original. Evidentemente, hay un margen para la interpretación”, aclara Jon Bilbao, escritor y traductor al español de autores como Iris Murdoch.

“Deul (la periodista y activista que pidió una traductora negra para Gorman) no habla de traducción, sino de política. Confunde el ‘derecho moral’ con la calidad literaria. Ignora que la imaginación es lo que hace posibles la traducción y el arte, en general. La lógica Deul visibiliza a la traductora, cuando la esencia de una traductora es ser invisible. Su voz abraza todas las voces. Para poder ser todos, ha de disolverse y renacer”, defendió Nuria Barrios, narradora y traductora española de Gorman en un artículo en El País, en 2021.

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Sunme Yoon (izquierda), traductora de Han Kang al español, Nuria Barrios y Jon Bilbao. /Foto de Sunme Yoone cedida por ella a WMagazín

 

A pesar de que la edición inglesa de La vegetariana, a cargo de Deborah Smith, fue aprobada por la propia escritora Han Kang, académicos surcoreanos la atacaron con el argumento de que era demasiado lírica, que parte del vocabulario no se correspondía y que había distorsionado el texto original.

“Lo que ha sucedido con esta traducción de Han Kang al inglés es injusto. Un libro no se puede traducir literalmente, palabra por palabra, como parecen pedir algunos profesores y catedráticos surcoreanos. Lo que los traductores debemos hacer es ser fieles a la obra y captar y transmitir lo que el autor quiere decir sin traicionar su espíritu. Adaptar la idea del escritor a la lengua a la que trasladamos su obra”, explica Sunme Yoon.

Más allá de este caso puntual, Jon Bilbao asegura que “es evidente que hay un margen para la interpretación, hay cuestiones técnicas insoslayables que te pueden obligar a apartarte, en un momento dado, del texto original, pero veo una línea roja más allá que se puede calificar de traducción creativa. Ha habido varias muy célebres, como algunas de Jorge Luis Borges o de Julio Cortázar. A mí eso me parece denunciable, una falta de profesionalidad”.

El escritor asturiano, autor de obras como Matamonstruos, cuenta que cuando le encargan un trabajo de traducción sabe que tiene que levantar un compartimento estanco entre su parte creativa y la de su trabajo como traductor. Hay cosas, añade, “que yo no haría, pero eso da igual, porque si el autor las hizo trato de mantenerlas. En la mayoría de los casos lo que te encuentras al traducir son cosas muy envidiables de las que aprender, no criticar”.

Jon Bilbao reconoce la dificultad de traducir a ciertos escritores. Pero estos suponen el mejor reto para él y sus mayores satisfacciones: “Sin duda la autora que más he disfrutado traduciendo es Iris Murdoch, para editorial Impedimenta, con El unicornio y El libro y la hermandad”. El que más difícil le resultó fue El libro y la hermandad, pero, al mismo tiempo, del que más orgulloso se siente, el que más disfrutó.

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Como los creadores, los traductores también aspiran a la inspiración. “Si los escritores temen la Seca, como llamaba José Donoso al bloqueo creativo, la traductora teme el farfullar perplejo, el balbuceo. El despojamiento”, reconoce Nuria Barrios en su libro La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora (Páginas de Espuma), XIII Premio Málaga de Ensayo 2021.

Sin los traductores no se habrían polinizado las literaturas de todo el mundo. No se habrían leído en español ni la Epopeya de Gilgamesh, primer libro conocido que data de hace nos cuarenta siglos, pasando por las obras de Homero, Dante, Shakespeare, Kant, Jane Austen, las Hermanas Brontë, Rilke, Dostoievsky, Woolf o Mishima; ni en otros idiomas habrían disfrutado de autores en español como Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Federico García Lorca, María Zambrano, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez.

Este 11 de diciembre de 2024 se entregarán, en el Instituto Cervantes de Madrid, los XIX Premios de Traducción Esther Benítez de la Asociación Colegial de Escritores Traductores a Ana Flecha Marco, por su traducción de Chica, 1983 (Gatopardo), de la escritora noruega Linn Ullmann. En octubre, el Ministerio de Cultura de España anunció el Premio Nacional a la Mejor Traducción a Agata Orzeszec y Ernesto Rubio por la novela Los libros de Jacob, de la Nobel polaca Olga Tokarczuk; y el Nacional a la Obra de un Traductor a Mercedes Corral.