Carmen Posadas: “Yo soy la primera y más sorprendida lectora de todo lo que escribo”


Carmen Posadas (Montevideo, 1953) ha vuelto a demostrar que la realidad supera a la imaginación y que puede adquirir alturas literarias en las manos indicadas. En su novela El misterioso caso del impostor del Titanic (Espasa) mezcla hechos y personas reales con episodios y personajes de ficción llevados a una nueva dimensión. La autora de una quincena de novelas y ganadora de varios premios, entre ellos el Planeta por Pequeñas infamias, fue la invitada al Club de Lectura de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, en la sala Callao, de Madrid.
El misterioso caso del impostor del Titanic, con una invitada estelar como Emilia Pardo Bazán como detective, es una novela que oscila entre la historia, la leyenda, la intriga, la investigación policial, la metaliteratura y el cuadro de época, comienzos del siglo XX pues el Titanic se hundió en 1912, en su viaje inaugural. Una historia que tiene sus raíces en la realidad, como ya lo hiciera al novelar la vida de mujeres como la duquesa de Alba, la Bella Otero o Teresa Cabarrús. Del soplo de inspiración fortuito de su nueva obra y de cómo la abordó surge este “Diccionario Carmen Posadas” donde muestra su talento para la narración oral:
Origen de la novela
Cuando estaba pensando que se me había secado la imaginación fui a una presentación de un libro de Julia Navarro y después a una cena donde me tocó al lado el juez Manuel Marchena que, como todos los jueces, conoce mucha información y saben del lado más oscuro del ser humano. Me dijo que había estudiado el hundimiento del Titanic desde el punto de vista legal. En el barco iban diez españoles, de los cuales siete sobrevivieron, tres perdieron la vida, eran hombres, se recuperó el cuerpo de uno, pero los otros dos no aparecieron. Entonces, sus familias decidieron comprar sendos cadáveres y hacerlos pasar por sus difuntos con el fin de esquivar los veinte años que exigía la ley para declarar por muerto a un desaparecido. Pero al cabo de diez años en la casa de una de estas dos personas apareció el supuesto muerto.
Fascinación por el Titanic
Ha habido otros naufragios con más muertes, pero el caso del Titanic sigue fascinando. Hay razones psicológicas y otras más sociológicas. Desde el punto de vista literario se dieron todas las pasiones humanas, desde las más generosas hasta las más abyectas. En el primer caso, la mayoría respetó aquello de primero las mujeres y los niños en los botes, o el caso de los fogoneros que estuvieron hasta último momento poniendo carbón en las calderas para mantener con luz el barco. El Titanic debía haber tenido 64 botes salvavidas, pero solo tenía 20. Entre los ejemplos más abyectos están los casos en que algunas personas que estaban en los botes salvavidas no dejaron subir a los que estaban en el agua y les cortaban con un hacha las manos o los oficiales les disparaban.
Nuevos retos
El desafío era escribir algo novedoso sobre un suceso que ha hecho correr ríos de tinta y sobre el cual la gente tiene mucha información. Quería rescatar anécdotas distintas a las mil veces contadas. A esto me ayudó mi nieto Jaime, que ahora tiene 18 años, que es como un hacker de los buenos que se mete por todos lados y consigue cosas increíbles.
La inspectora Emilia Pardo Bazán
Una vez que decidí que iba a investigar el caso del impostor del Titanic necesitaba un detective. Recordé que doña Emilia era una devota de la crónica negra. Le gustaba tanto que escribió una novela, pionera en el género, titulada La gota de sangre. Emilia tenía un amigo mucho más joven que ella llamado Ignacio Selva, un seductor y un tarambana, que quería ser escritor. Así lo convirtió en el detective de su novela. Entonces se me ocurrió que el detective sería Emilia Pardo Bazán y convertí a Ignacio Selva en Watson.
Agatha Christie pirateada
Escribir es plagiar, todo está contado desde la noche de los tiempos. Lo que hay que aprender es un enfoque distinto o un giro novedoso. Lo que he pirateado a Agatha Christie es que sus novelas son muy orales, gente que está dialogando todo el tiempo. La trama corre más de prisa cuando hay un diálogo que cuando hay una descripción; y más ahora que la gente no aguanta una descripción. La gente lo que quiere es acción.
Escritores cojos o ciegos
Javier Marías decía que había dos tipos de escritores: sin brújula y con mapa. Yo los llamo cojos o ciegos. Los cojos necesitan muletas, que son los apuntes y observaciones sobre la trama o los personajes y demás información sobre el libro, y ahí se ponen a escribir. Los escritores ciegos, como yo, no tenemos ni idea de lo que va a ocurrir. Me pongo delante del ordenador a ver qué pasa. De pronto, viene una ideíta, la coges al vuelo, esta lleva a otra y así. Yo soy como las arañitas que no vuelan, pero que, de repente, pueden llegar a un sitio porque van tejiendo la tela siempre sobre el abismo. Al final, es muy desasosegante y divertido a la vez. Yo soy la primera y más sorprendida lectora de todo lo que escribo.
Las novelas ya están escritas
Mi teoría es que la novela ya está escrita en tu cabeza, aunque no lo sepas está dentro. Lo que tienes que hacer es tirar del hilo para que se vaya tejiendo. Así aparecen situaciones o personajes que no tenían ninguna relevancia y adquieren importancia o al revés.
Rituales a la hora de escribir
Cuando empecé a escribir tenía muchas manías: como escribir a mano con un rotulador negro, un cuaderno que se abriera de una manera y no de otra y con una manzana en el sitio donde escribía, porque Agatha Christie tenía manzana, a ver si algo se me pegaba. Ahora se me han pasado todas las manías, porque escribo en los aeropuertos, estaciones de tren, donde me pille. Lo único es que en mi casa la mesa donde escribo está de espalda a la ventana, castigada, porque si escribo mirando la ventana me dan ganas de salir corriendo. No puedo leer con música, pero para escribir no tengo problemas con el ruido.