El colombiano Leonardo Carrascal gana el accésit Juan Ramón Jiménez-Zenobia Camprubí del Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica
Una de las novedades del Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica de este año es la creación del accésit Juan Ramón Jiménez-Zenobia Camprubí, una categoría honorífica que apoya la participación de poetas que escriben en español y residen fuera de España.
El Jurado para este accésit, La Hoja Viva, con Ana Jimena Sánchez (poeta, diseñadora y gestora cultural afincada en Cholula, Puebla, México) a la cabeza ha viajado entre vídeos recibidos de muy diferentes puntos geográficos y ha encontrado al poeta que recibirá este galardón por primera vez: Leonardo Carrascal.
Nuestro premiado internacionalmente es un joven politólogo nacido en Colombia (1988), si bien, exiliado en Venezuela desde muy pequeño (por razones del conflicto armado y del narcotráfico). Carrascal vive actualmente en Santiago de Chile, desde donde ha participado, a través de Instagram, en este concurso con tres interesantes poemas. Se reconoce fiel admirador de Nicanor Parra, Rafael Cadenas y Anne Carson. Nos comenta que visita con frecuencia obsesiva a Safo, Baudelaire, Whitman, Alfonsina Storni y Cristina Peri Rossi.
También nos confiesa que, en agosto de este año, en unos días, se va a vivir a Medellín, Colombia, «para dedicarme exclusivamente a leer y escribir durante los próximos 5 años: mi apuesta por la literatura es total y hasta las últimas consecuencias. No tengo más opciones. No quiero otras opciones».
Nada desdeñable el inmediato proyecto que tiene entre manos Carrascal, cuyo trabajo poético será incluido también en la publicación antológica que realiza la editorial Huerga & Fierro.
¡Enhorabuena a esa poesía que no tiene fronteras!
Aquí os dejamos uno de sus poemas para conocerlo mejor:
El drama de la luz
Hay que reparar la luz
colocarle una cinta, coserla
a veces entra rota, aunque parezca deshilacharse en el tiempo
tal vez es la insuficiente claridad del inicio
o los excesos de palabras al ocaso,
el hecho es que la luz se rompe
y no basta una apología a los amaneceres
para sentir esos filamentos
aferrarse a lo oscuro
como gritando:
—¡hágase la luz!
—¡hágase la tibieza!
La luz se rompe, es un hecho
y que los electricistas no saben trabajar sin cables, también
mientras tanto, la luz sigue cayendo
y nosotros
matando el tiempo.
