Antonio de la Torre: “Ser adulto es vivir en la contradicción. Y creo que, por fin, he aprendido a ser adulto”

El actor español con más nominaciones a los premios Goya, catorce, tardó doce años en empezar a ser reconocido. Se trata de Antonio de la Torre, cuyo personaje en Azul oscuro casi negro, en 2006, le cambió la vida. Desde entonces, ocupa un lugar especial en la cinematografía. Ha obtenido dos Goyas, el primero como secundario por la citada película de Daniel Sánchez Arévalo y, el otro, como protagonista de El reino, de Rodrigo Sorogoyen (2018. Ahora, por las reseñas que han empezado a publicarse, podría ganar un tercero con Los destellos, de Pilar Palomero, recién estrenada.
Antonio de la Torre (Málaga, 1968) es periodista, una profesión que compaginó hasta su éxito con Azul oscuro casi negro, responde de manera dispersa a las preguntas, y siempre con respuestas que mezclan los recuerdos de sus inicios con el presente y su carrera y las enseñanzas que esta le ha dejado. Eso lo lleva a reconocer que “una cosa es lo que me creo y otra lo que soy en realidad”.
Con Antonio de la Torre, Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, abrió la temporada de su ciclo Mi vida en películas, en la sala Callao, de Madrid. Un podcast puesto en marcha por Ámbito Cultural junto a Cinemanía y AISGE, presentado por Andrea Gutiérrez Bermejo, redactora jefa de la revista Cinemanía y colaboradora de Historia de nuestro cine (RTVE).
De ese encuentro con uno de los actores que “consigue desaparecer detrás de sus personajes”, según Andrea Gutiérrez, surgen los siguientes episodios:
Mis comienzos
Al principio quería entrar en ese 8% de actores que pueden vivir de esto. Hacía todo tipo de papeles: Parroquiano 4, Deprimido 8, Joven anodino… Empecé a despegar, y la idea de que podía vivir de la actuación llegó cuando hice Balada triste de trompeta, de Álex de la Iglesia (2010). Tenía 42 años cuando la rodé.
Era un joven con miedo
En los años noventa me recuerdo como un joven con mucho miedo, con muchas ganas, con mucha energía, para bien y para mal, con mucha inseguridad y con necesidad del aplauso externo.
Alberto Sanjuan y el cine en versión original
Llegué a Madrid en los ochenta a estudiar periodismo y veía películas dobladas. Llegué a la facultad de Comunicación y el primer día de clase conocí a Alberto Sanjuan; nos hicimos amigos, soy actor gracias a él, nos apuntamos juntos a la escuela de interpretación. Él me llevó a ver películas en versión original. La primera fue una japonesa, luego una checa y la tercera una de Jim Jarmusch. Si estás acostumbrado a ver pelis dobladas, cuando vez el original te choca, la primera sensación es heavy. En aquel momento no había tomado la decisión de ser actor, pero un actor es su voz. Recuerdo la emoción de ver esas películas en versión original.
Un actor es su voz
Yo nunca pongo voces. Yo me meto en el personaje y la voz se coloca sola. La voz y el cuerpo son indisolubles. La voz es una cosa que sucede, no tienes que poner voz. Tu siente al personaje y ya la voz se coloca sola.
Mi revelación antes de los 30 años
Cuando tenía 28 o 29 años fui a una productora a dejar unas fotos y mi currículum, y me encontré con un actor de unos 60 años, como los que tengo yo ahora, y tuve una revelación: me vi en él. Pensé: esta es la vida que me espera, pasarme los próximos treinta años yendo de productora en productora, llamando a una puerta para que el currículum se quede no sé dónde. Y es la vida que tienen muchos de mis compañeros.
Madrid
Madrid pasó de ser una ciudad de oportunidades a ser una ciudad hostil. Yo tenía inoculado el miedo a la incertidumbre laboral y decidí irme a trabajar como periodista a Canal Sur. Tienes que tomar un camino en cada momento, porque no sabes. La vida, para bien y para mal, tiene esa cosa fascinante.
Me cambió la vida
Daniel Sánchez Arévalo me dijo: Nadie ha escrito un papel a la altura de tu talento y yo lo voy a hacer. Así escribió a Antonio, de Azul oscuro casi negro, que me cambió la vida.
Con esa película aprendí que una cosa es la fantasía tuya y otra cuando te ves en la cámara. Cuando me vi por primera vez en esa película me deprimí. Pensé: no le voy a dar miedo a nadie, esto va a ser un jajaja… Daniel me preguntó qué me pasaba y tuve que hacer un esfuerzo para que no sintiera mi decepción. Me fui hundido a casa. Aprendí que no tiene nada que ver la percepción mía y la que tiene el resto del mundo. Luego recibí buenos inputs. El sueño del actor, el delirio, sería desaparecer y al mismo tiempo no podrías ser tú porque no tendría tu alma.
Inspiración
Un actor no tiene mucho de dónde rascar. Creo que, básicamente, bebe de sí mismo, tiene cambios físicos si se requieren; acude a la imaginación, un elemento muy potente; y recurre a experiencias que va observando.
¿Qué es actuar?
En Los destellos interpreto a un paciente terminal para el que adelgacé unos veinte kilos, pero lo importante no es cuántos kilos bajes, porque lo que tienes es que sentirte el personaje. Entrar en la fantasía de esa persona. Actuar es entrar en ese imaginario y necesitas creértelo.
Retos del actor
El actor necesita tener una gran necesidad de perfección, así se logra la excelencia. Los personajes que haces tienen que olerse, respirarse.
Un personaje que me ha inspirado
La interpretación de Pepe Mujica fue muy inspiradora, y de él me quedé muchísimo.
Defender a los personajes
Haciendo El reino me di cuenta de que ni los buenos somos tan buenos, ni los malos tan malos. El que haya cometido un delito que el juez lo condene, pero yo, como actor, debo defenderlo como personaje.
Directoras
Hay una generación importante de directoras españolas con las que ha habido, claramente, un cambio de estilo. Carla Simón, Pilar Palomero, Mar Coll, Belén Funez, Clara Roquet, y más, que no me importaría que me cogieran y me fueran rebotando en sus películas. Quienes me dieron las primeras oportunidades fueron mujeres: Icíar Bollaín y Chus Gutiérrez, fueron pioneras y lo tuvieron muy difícil.
La mejor película española
Hay mucho cine que me he perdido, pero para mí la mejor película española de todos los tiempos es Los santos inocentes, de Mario Camus. Lo que hace Alfredo Landa es increíble, Paco Rabal, también.... Es un trabajo perfecto de todos, un trabajo que atraviesa el tiempo. Ojalá pudiera yo estar en alguna película que le pasara eso.
Cuando encontré mi voz
Al principio de mi carrera estaba muy perdido, y pido perdón por no haber estado a la altura. Todo, quizá, cambió, con Padre coraje (2002), éramos cien actores andaluces. Al principio trataba de imitar a otros actores. Andaba yo perdido buscando fuera lo que estaba dentro, como parte del proceso de inseguridad. Tengo que hacer las paces con el muchacho que fui. Y con ese personaje dije este tiene que ser el camino. La escuela del actor está en la realidad y en ti mismo.
El minidrama del éxito
Cuando tienes una conciencia inevitable de que eres un actor con cierto prestigio, el minidrama del actor de éxito es ver el viaje hacia atrás, hacia a ese mundo terrenal donde habita la gente, y donde si tú llegas, vosotros, como espectadores, os emociona.
Vivir con las contradicciones
He aprendido a vivir en paz. Ser adulto es vivir en la contradicción. Y creo que, por fin, he aprendido a ser adulto. Acepto mi contradicción.